lunes, 9 de abril de 2012

Tan valiente y tan cobarde

Durante mucho tiempo, tuve una serie de relaciones sin compromisos, no sentía nada, no me generaban sentimientos, la tenia muy clara divertirme, pasarla bien un rato y nada mas. Todo se resumía de una manera muy simple donde yo tenia el control de todo, situación divertida por momentos y muy triste por otro lado. Sentir que nadie te genera nada de sentimientos, ni bronca, ni alegría, ni quererlo ni odiarlo, simplemente sentir ser un ente al que todo le resbalaba. Cuando ya me había acostumbrado y pensaba que ya no iba a cambiar la historia, un dia apareció el en mi vida, en una situación poco convencional. Ese segundo de verlo y sentir que el mundo se movía nuevamente. Gráficamente yo estaba parada en una calesita que no daba vueltas, que podía correr, caminar, saltar y seguía ahí quieta, segura, no iba a caerme, no corría riesgos, pero mi calesita no daba vueltas. Empezó como un juego que yo sabia jugar, un juego en el cual yo tenia mucha experiencia. Pensé una vez mas jugar el mismo juego que siempre maneje era moneda corriente en mi vida. Con toda la seguridad del mundo puse todas mis fichas y empece a jugar. Al atenderle el portero sentí la primer sensación, nervios, al abrirle la puerta y verlo me puse colorada, al primer abrazo sentí cosas que hacia mucho tiempo no sentía. Durante la cena, me hizo reír, me hizo perder la noción del tiempo, me hizo perder las formas tan estructuradas que tengo. Al primer beso sentí como si fuera la primera vez que me besaban, cuando se fue, me sentí volar. El juego seguía siendo el mismo y yo seguía convencida de que el juego era mio, seguía segura de lo que hacia, sin dudarlo, solo estaba divirtiéndome. La primera vez que me invito a quedarme a dormir con el, me descoloco, porque estaba empezando a sobrepasar las reglas del juego, cenar, pasarla bien y cada uno a su cama. Puse mil excusas a las que el encontró sus respectivas soluciones, me quede a dormir y me dije a mi misma es una sola vez, no pasa nada. Despertarme y desayunar juntos era algo a lo que yo no estaba acostumbrada, con 24 años y un par de novios no entraba dentro de mis reglas, dentro de mi estructura. Y una vez se volvió varias, y las cenas fueron muchas, y las sensaciones fueron cada vez mas.  Los abrazos cada ves mas fuertes, las cenas cada vez mas cómodas, el dormir juntos ya formaba parte de la invitación a cenar. Hasta que un día lo extrañe, otro día necesite escuchar su voz, con eso también me preocupe por el, fui dulce con mensajes, fui tierna, comprensiva. Y entre en crisis, toque fondo, me aleje, salí corriendo porque empece a darme cuenta de que con el sentía, sentía todo lo que en años no había sentido, hasta dudo de haber sentido algo así antes alguna vez en mi vida. Salir corriendo, quedar como una desquiciada, todo era mas fácil, mas simple, mas seguro que quedarme y reconocer todo lo que sentía. El me respeto no dijo nada, y de esa manera me vio volver, me vio volver y pedir perdón, me vio volver y decir no me gusta no hablar, ni me gusta no verte. Y volvimos a la cena, a alojarnos a la noche, volvimos al desayuno a la mañana y un día entendí que también siento un vacío enorme cada vez que después del desayuno nos despedimos, verlo irse hace que sienta como si se llevara la mitad de lo que soy, y nada es tan perfecto, nada es tan simple. Pero hoy sigo sentada en esa calesita que no para de dar vueltas y me aferro a mi caballito por miedo a caerme en una de las vueltas. Y aunque me llena de miedos, soy feliz por todo lo que nunca imagine que podía sentir. Es como si le hubiese dado vida a una muñeca de trapo,  y hoy para mi después de negarmelo a mi misma mucho tiempo,reconozco que ya no es un juego, este juego no se jugar, rompió todas y cada una de mis reglas. Rompió todas mis barreras y llego a mi, a ese lado mio que yo tanto guarde, ese lado del cual me sorprendo yo misma. Siempre me dio vergüenza querer, reconocer que quiero a alguien, porque miedo a verme mas vulnerable, por miedo a ser la tonta que quiere. Pero por primera vez, reconozco con los ojos llenos de lagrimas que lo quiero, que no quiero perderlo, que cuando nos despedimos me duele el alma y siento que se lleva la mitad de mi ser. Porque cuando se va no se cuando vamos a volver, no se cuando va a ser la próxima cena, el  próximo desayuno. Aunque lo mas fácil seria respetar que "soldado que huye sirve para otra batalla"... Esta es la primera vez que quiero quedarme, que quiero ir de frente y arriesgarme, pedir que me de una oportunidad de intentar tener una  relación normal. Pero todavía no me animo, todavía tengo miedo, todavía no lo hago... Y así es como me siento, tan valiente y tan cobarde!